Xpedition en Islandia: ¡A escalar glaciares, a descubrir cuevas de hielo!

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Un sitio bravo, salvaje, volcánico e imposible. Islandia es un mundo envuelto en leyendas que dos aventureros chilenos se animaron a recorrer en su versión outdoor el pasado invierno del hemisferio norte. Así vivieron dos semanas entre glaciares y géisers

Todo partió en base a otra aventura que realizamos en Europa junto con Sebastián Pérez, una de mis cordadas de montaña. Listos para una nueva aventura, esta vez con destino a la ciudad de Islandia, Reikiavik, con un plan ambicioso: durante dos semanas y en pleno invierno del hemisferio norte, recorrer el perímetro completo de la isla con el fin de localizar y de ser posible, escalar, algunas de las innumerables cascadas de hielo que tiene este territorio. De esta forma buscábamos poner a prueba, una vez más, la línea Xpedition de Andesgear y en específico el polar Queulat, mi prenda favorita.

Para lograrlo arrendamos una camper, compramos algo de comida y nos embarcamos. Sin embargo, tras salir, rápidamente nos encontramos con que no sería fácil, las condiciones climáticas no eran las óptimas a pesar de ser invierno y muchas de las cascadas que a la distancia parecían sólidas, no eran más que finas capas de hielo a punto de derretirse.

Sebastián preparando nuestra primera cena. Foto: Víctor Zabala

Ante este imprevisto decidimos dirigirnos al sur, rumbo al majestuoso glaciar Vatnajökull, el más extenso de Europa. Allí descubrimos impresionantes cuevas de hielo como la Crystal Ice Cave y la Blue Ice Cave, ambas famosas por sus intensas tonalidades azules.

Estas cuevas islandesas son únicas pues pueden superar los 50 metros de longitud y presentar hasta 10 metros de altura. Como extra, su morfología cambia cada temporada lo que garantiza que el conquistarlas signifique siempre una experiencia nueva.

Antes de adentrarnos en ellas nos trasladamos a la laguna Jökulsárlón donde visitamos Diamond Beach, una playa de arena negra donde es posible encontrar fragmentos de hielo del glaciar arrastrados por la marea. Estos trozos glaciares se posan como diamantes sobre la costa oscura, creando así un contraste surrealista en el entorno playero.

Primeras cascadas de hielo a la vista, que resultaron en hielo de mala calidad. Foto: Víctor Zabala.

Tras apreciar la brillante escenografía de la playa, nos adentramos para caminar sobre el glaciar Vatnajökull. Primero, evaluamos las rutas de escalada y después, nos decidimos a desenredar las cuerdas y comenzar a trepar los moulins o formaciones de hielo verdaderamente singulares que se dan en este sitio y que deleitan con la solidez y transparencia excepcionales.

Hecho esto, nos dedicamos a explorar las aledañas cuevas Crystal y Blue Ice Cave. ¿Un consejo?  Si no dispones de equipo técnico o transporte propio, existen servicios guiados que ofrecen expediciones a este sitio. Ellos cuentan con equipo seguro y entregan toda la información necesaria sobre la geología y la historia de cada cueva.

Adentrándonos en el glaciar con la chaqueta Torres del Paine. Foto: Víctor Zabala.

Tanto Crystal como Blue Ice Cave, son formaciones de hielo efímeras, es decir que aparecen y desaparecen con las variaciones estacionales del glaciar. Ellas se crean cuando el agua de deshielo fluye por las grietas glaciares y por los canales que se encuentran bajo la superficie de Vatnajökull. Este flujo, con el tiempo, termina erosionando el hielo y va dando lugar a túneles y cámaras interiores que se abren en medio del hielo. Ahora, en algunos casos,  el viento y el calor geotérmico también son factores que contribuyen a esculpir pasadizos únicos con colores transparentes o azulados según la densidad del hielo y la presencia de burbujas de aire. Una belleza.

Escalando un moulin en el glaciar Vatnajökull. Foto: Víctor Zabala

Islandia profunda

Tras nuestra incursión por el sur, continuamos nuestro recorrido islandés. Si bien más al norte el hielo fue menos abundante de lo esperado, descubrimos una diversidad natural sorprendente con cascadas increíbles como Skógafoss, con su caída de agua 60 metros y Brúarárfoss, famosa por sus aguas de tonos celestes que destacan  por su fuerza y belleza.

Crystal Ice cave. Foto: Víctor Zabala

En estas jornadas, la chaqueta impermeable Torres del Paine Xpedition de Andesgear resultó imprescindible, pues me mantuvo seco y abrigado ante el viento y las salpicaduras.

Otra maravilla de Islandia son las auroras boreales, un espectáculo nocturno generado por el choque de partículas solares con la atmósfera, que nos regaló un despliegue de luces en distintos tonos verdes. Para disfrutarlas al máximo, es fundamental alejarse de la contaminación lumínica o sitios muy iluminados como ciudades, y buscar cielos que permanezcan despejados durante las largas noches invernales.

Auroras boreales en Islandia. Foto: Víctor Zabala.

Por otra parte, la actividad volcánica islandesa la vimos manifestada se manifiesta en forma de géiseres y aguas termales. Conocimos Strokkur, el geiser más activo, que expulsa columnas de agua y vapor de hasta 30 metros cada pocos minutos. También visitamos las célebres aguas termales de  Blue Lagoon que, con sus aguas geotérmicas ricas en sílice y otros minerales, fue el refugio perfecto para relajar músculos y recuperar energías tras varias jornadas de aventura.

Finalmente, cerramos el viaje con una visita al icónico Golden Circle, la ruta turística más famosa de Islandia ubicada al sur de la isla. Allí vistamos el Parque Nacional Thingvellir, declarado Patrimonio de la Humanidad, y donde caminamos literalmente entre las placas tectónicas euroasiática y norteamericana. Allí también vistamos la poderosa cascada Gullfoss; y conocimos la zona geotérmica de Geysir, donde incluso nos atrevimos a sumergirnos con snorkel en la grieta de Silfra donde, pese al frío y la nevada, el agua cristalina nos permitió apreciar formaciones rocosas ubicadas a varios metros de profundidad. Una experiencia submarina inolvidable.

Snorkel en Silfra con temperaturas de 3°C. Foto: Víctor Zabala.

Lava islandesa

Durante todo nuestro recorrido estuvimos muy pendientes de la actividad volcánica, especialmente en torno al sector de Grindavík, ubicado al noroeste de la Isla y donde se había declarado alerta ante la posibilidad de erupciones, específicamente en la península de Reykjanes.

Justamente allí habíamos planeado volver unos días más tarde, para visitar la zona de forma segura y observar el flujo de lava in situ. Sin embargo, el volcán hizo erupción tras nuestra partida y nos quedamos sin ver lava. Pese a esto asistimos al Icelandic Lava Show, la única exhibición en el mundo donde se puede contemplar lava real supercalentada hasta los 1.100 grados Celsius, vertida sobre un recinto adaptado para el público. Aquí se viene con todo un equipo de seguridad y con un infografías y guías que explican todo el proceso geológico.

“Con estas experiencia nos permitió admirar de cerca la viscosidad, el resplandor y el poder del magma”, dice el avenurero. Foto: Víctor Zabala

Conocer estas experiencia nos permitió admirar de cerca la viscosidad, el resplandor y el poder del magma, pues entendimos mejor la dinámica de las erupciones islandesas. Desde ahí, sin duda recomendamos encarecidamente el Lava Show a cualquiera que quiera vivir el fuego de Islandia de manera segura y espectacular.

Contar con el equipamiento adecuado —como la línea técnica Xpedition de Andesgear— resultó clave para mantenernos protegidos y cómodos ante cualquier condición climática. Tras nuestra experiencia podemos decir que Islandia, sin dudas, es una tierra llena de contrastes, aventuras y con una belleza incomparable.

 


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