Un imprevisto a 6 mil metros de altitud

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Un esquiador desciende una montaña nevada a gran altura.

Soledad Díaz (33 años) regresó hace poco de un viaje espectacular por Bolivia y Perú que casi terminó en drama al perder un ski en el Huayna Potosí.

QUIÉN ES

Esta chica atleta de The Nort Face y Andesgear se ha dedicado 100% al esquí y, más recientemente, al montañismo. Aprendió a esquiar a los 2 años, gracias a la instrucción de sus padres (ambos profesores de ski) y por eso asegura que lleva este deporte “en la sangre”. De hecho, hace 16 años que se desempeña como instructora de esta disciplina y por 9 años estuvo participando en competencias de freeride. “Lo que más me gusta es estar en la montaña y enseñar lo que sé”, dice Sole. “El ski es parte de mi cotidianidad, es parte de mi vida. Pero el cuerpo me pedía más, ir más allá. Con el esquí de rando, se me amplió el mundo y con el andinismo se me abrieron nuevas posibilidades, una apertura a la libertad de lo que es el ski. Por eso, este año empecé ya con andinismo de grandes ascensiones, con cordadas, manejo de cuerdas, travesías en glaciar, con doble piolet técnico para enfrentar paredes verticales y luego bajarlas esquiando”.

UN SEISMIL EN SKIS

Pero para eso, se requieren condiciones. Mientras que Sole pone las ganas y las habilidades, The North Face y Andesgear apoyan sus aventuras. Pero además están el buen criterio, el conocimiento y las técnicas adecuadas, la cordada idónea y los factores climáticos. “Sé que podría llegar a cualquier lado si se alinean todos estos factores y si la naturaleza me lo permite”, afirma Soledad. Y eso fue lo que pasó en Bolivia.

La idea del viaje era originalmente de Chopo Díaz, su hermano 2 años mayor. “Mi relación con él es interesante porque parecemos muy buenos amigos. Es una relación liviana, tenemos complicidad. Hablamos poco, pero cuando hablamos, es sobre cosas muy interesantes y profundas”. Luego Soledad ríe: “Sin duda, su nivel de adrenalina es más elevado que el mío. Yo quedo ya contenta con la experiencia de salir de la casa”.

Partieron en auto el 2 de junio rumbo al país hermano para pasar un mes allí y escalar la mayor cantidad posible de cerros para luego bajarlos esquiando. “Nos demoramos una semana en llegar a los pies del primer cerro, el Huayna Potosí (6.088 m).  Nunca habíamos estado en un seismil. Fue muy agotador. Alcanzar la cumbre por la ruta normal nos dejó muy cansados. Sufrimos síntomas de altura, nos faltaba el aire y pasamos mucho frío”. Sole confiesa que iba también con mucho peso y que la hipotermia y el principio de congelaciones fueron un tema. “Fue súper duro y rudo para mí”. Ella se sentía tan agotada que lo único que deseaba era bajar pronto deslizándose sobre las tablas. Pero en ese minuto, Chopo le sugirió que bajaran primero unos 100 m a pie, puesto que había mucho hielo y grandes penitentes que tornaban muy difícil la esquiada. Sole andaba con unos skis nuevos cuyas fijaciones no tenían frenos, es decir, no se anclaban a la nieve. “Si los sueltas, se te van montaña abajo”. ¡Y eso fue lo que pasó! De pronto, al manipularlos, Sole vio cómo en una fracción de segundo una de las tablas se le escabulló de las manos y fue a perderse entre cúmulos de nieve, rocas y grietas. Con el horror estampado en el rostro, empezó a gritar: “¡Chopo, mi ski!”

Su hermano trató de calmarla, aunque ambos sabían que sin tabla, no habría aventura de descenso y que toda la expedición se vería truncada. Atónitos, siguieron con la mirada el recorrido del objeto hasta que, súbitamente, éste se detuvo junto a una gran grieta. “No lo podía creer… paró justo ahí, antes de perderse en el infinito. Hay alguien que me está cuidando los skis también, pensé en ese minuto. Entonces Chopo se puso sus tablas y lo fue a lo buscar.” Su hermano también encontró en ese sector una botella Nalgene de un litro, la cual aprovechó de recoger. “Después de eso, nunca más solté el ski. Lo tuve siempre asegurado, siempre amarrado. Para mí, esto fue una señal de que ya, podríamos seguir adelante con la expedición”.

El dúo logró bajar esquiando este cerro emplazado en la Cordillera Real. Luego de una noche en el campamento alto, al día siguiente subieron por la otra cima (porque el Huayna Potosí tiene dos cumbres). “Las dos las subimos y bajamos esquiando”. Tras esta experiencia, se trasladaron a otra zona de Bolivia llamada Condoriri. “Allí hicimos 3 o 4 cerros más. Para cada cerro que subíamos yo me decía “bueno, seguro que no pasaremos tanto frío como en el anterior”, pero me equivocaba una y otra vez. Fue duro, pero seguimos firmes en alcanzar nuestros objetivos”.

Tras esta experiencia en Bolivia, la cordada siguió a Perú. Pero eso da para otro artículo. ¡Sigue a Sole Díaz en su instagram (@soledelasnieves) y su página web (www.soledelasnieves.com) y los próximos capítulos de su proyecto Vivir Viajando para enterarte de todos los detalles de su aventura!


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