Un ascenso al volcán Lanín invernal

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Una persona caminando por el Volcán Lanín cubierto de nieve, experimentando la belleza invernal de la montaña.

Lee aquí el reporte de Helene Manche sobre cómo vivió este desafío.

EL VOLCÁN LANÍN

El Volcán Lanín es un macizo volcánico de gran magnitud, hito fronterizo binacional que nos conecta con el vecino argentino. Su importancia en términos de bi-nacionalidad se puede comparar con otras cumbres relevantes de la zona central como el volcán San José y el volcán Maipo. La cumbre del volcán Lanín (3.740 m) es por lejos superior a todos sus vecinos chilenos. Hacia el sur solo es superado por el monte San Valentín (4.053 m) en los remotos Campos de Hielo Norte y, hacia el norte, tenemos que viajar hacia la región del Maule, hasta el Volcán Descabezado Grande (3.830 m), para encontrar otro coloso de tamaño similar. El volcán Lanín está emplazado en la Región de la Araucanía, a las espaldas del paso fronterizo Mamuil Malal que conecta a la ciudad de Pucón con San Martín de los Andes. 

PREPARACIÓN

Hacía tiempo que escuchaba hablar acerca de la ascensión al volcán Lanín como un hito clave para cualquier esquiador de montaña en Chile. Después de dos temporadas de muy poco esquí debido a la pandemia y a proyectos de bicicleta de montaña, ¡sentí el llamado de la montaña y de los esquís a hacer algo grande! Un amigo (Nicolás Villar) me invitó a realizar esa ascensión. Empezamos a mirar rutas, a leer y ver fotos del volcán para planificar nuestra ascensión. Septiembre es generalmente un buen mes para realizar ascensiones a los volcanes del sur de Chile, ya que no hay tantos frentes de mal clima y todavía queda nieve. Después de estudiar la ruta concluímos que la mejor opción para nosotros era realizar la ascensión en 1 día y medio.

Volcán

La última erupción del Lanín ocurrió en el 540 a.C.. Aún así, el escenario sigue luciendo sus marcas volcánicas. Foto: Helene Manche.

DÍA 1: DEL CALOR AL HIELO

El sábado 18 de septiembre preparamos nuestro equipo y salimos a las 10:30 desde Pucón. Entramos al Parque Nacional Villarrica, sector Puesco, y llegamos al lugar de estacionamiento a las 12:00. Empezamos a caminar desde los 1.100 msnm con las botas de rando y los esquís en la mochila a las 12:30 aproximadamente. Caminamos unos 45 minutos, pasando tramos de nieve y otros de tierra, en el sol fuerte del mediodía. Llegando a los 1.200 msnm, un poco antes de salir del bosque, pudimos empezar a caminar con los esquís puestos y con menos peso en la espalda. Saliendo del bosque hay una parte muy abierta y poco empinada que permite subir hasta la entrada de una quebrada que sube desde los 1.400 msnm hasta los 2.300 msnm. Para entrar a la quebrada tuvimos que nuevamente caminar con los esquís para pasar una parte de roca muy empinada y sin nieve. Una vez en la quebrada, a los 1.500 msnm decidimos almorzar para reponer algo de energía y conversar del resto de la ascensión. Una vez metidos a la quebrada sabíamos que no íbamos a encontrar ningún lugar plano que nos permitiera acampar antes de los 2.500 msnm, según lo que habíamos leído. Nos quedaban 1.000 metros de subida que teníamos que realizar en menos de 4 horas idealmente. 

Después de un almuerzo express nos pusimos los esquís y empezamos a subir por la quebrada en una nieve primaveral. Durante la primera hora avanzamos mucho, subiendo más de 400 metros de desnivel. Un poco antes de salir de la quebrada, casi llegando a los 2.300 msnm la nieve era muy blanda. A cada paso había que enterrar el esquí bien profundo en la nieve para no resbalarse. En una pendiente pronunciada para salir de la quebrada iba abriendo la huella, me desconcentré un par de minutos, me resbalé y me fui para abajo de cabeza. Con todo el peso de la mochila me costó mucho girarme para estar de espalda y poder detenerme con los esquís. Mi caída me hizo perder unos 40 metros, pero por suerte no pasó a mayores y después de un pequeño descanso pude seguir. Después de ese incidente decidimos volver a ponernos los esquís a la mochila y caminar más seguros enterrando las botas directamente en la nieve.

Salimos de la quebrada para llegar a una zona muy rocosa con poca nieve. A los 2.300 msnm encontramos una pirca que permitía armar campamento. La miramos con ganas de descansar, pero decidimos seguir con nuestro plan inicial de acampar a los 2.500 msnm para poder atacar la cumbre de manera más cómoda al día siguiente. 

pirca

Una pirca congelada – sin duda, un escenario que invita a tomar un descanso, ¡aunque también a pasar frío! Foto: Helene Manche.

Después de un último empujón, llegamos a una lomita de roca volcánica. Ya estábamos a los 2.500 msnm y supusimos que atrás de la lomita íbamos a encontrar un buen lugar para acampar. Llegamos a una parte plana atrás de la lomita que básicamente era una placa de hielo con una pirca semi armada. Supusimos que el lugar era helado, así que nos cubrimos rápidamente y empezamos a armar la carpa. Ya eran las 18:30 hrs. y el sol ya se estaba yendo. Nos costó un poco armar la carpa porque la zona era muy ventosa y teníamos que amarrar la carpa con las rocas que estaban en el lugar. Una vez armada la carpa, nos repartimos los roles. Yo iba a entrar a la carpa, cambiarme de ropa para no enfriarme más, armar un lugar para la cocinilla en la entrada de la carpa mientras el Nico iba a picar hielo que posteriormente yo iba a derretir en una olla. Mientras estábamos haciendo todo eso, desapareció el sol y la temperatura bajó drásticamente. Nico, al borde de la hipotermia, logró picar suficiente hielo para tener agua para la noche, para hacer té, para nuestro consumo del día siguiente y para cocinar. Estuvimos casi 2 horas derritiendo nieve y cocinando (fideos con pesto y queso parmesano). Hacía tanto frío que todo lo que quedaba afuera del saco de dormir se congelaba. Pensé por un minuto que no íbamos a lograr la cumbre el día siguiente porque realmente hacía demasiado frío, había mucho viento y lo único que quería era quedarme en el saco de dormir hasta que saliera el sol al día siguiente. Pusimos dos alarmas a las 6:00 con el plan de salir a las 7:00. Ahora quedaba solo confiar. 

carpa

¡Noche en un hotel mil estrellas! Foto: Helene Manche.

DÍA 2: HIELO – CUMBRE – HIELO

 Despertamos al día siguiente con todas las ganas de hacer cumbre. Los dos tenemos muy buenos sacos y a pesar de los -15ºC que hacía, no habíamos pasado frío. Comimos algo rápido, nos hidratamos con té que habíamos preparado el día anterior, nos pusimos las botas y los crampones adentro de la carpa (¡algo que nunca había hecho!) y salimos súper abrigados. Abrochamos los esquís a la mochila, agarramos los piolets, echamos unas piedras grandes adentro de la carpa para que resistiera cualquier ráfaga de viento y partimos rumbo a la cumbre. 

Mientras íbamos subiendo, los primeros 100 metros apareció el sol alumbrando el volcán Villarica. En este minuto pensé que tenía mucha suerte y que además de vivir este lindo momento, ¡iba a lograr la cumbre! Llegamos a los 3.000 msnm a las 9:30 hrs y decidimos tomar un descanso. A lo lejos, ubicamos a dos grupos de personas que llegaba desde Argentina. Ellos iban unos 200 metros más arriba que nosotros. 

Después del descanso atacamos una pala grande hacia el lado norte del volcán que nos llevaría hasta el inicio del cono cumbrero. Mientras íbamos subiendo por la pala que de hecho queda completamente en Argentina, alcanzamos al grupo de argentinos que iba subiendo. La subida era dura, muchas partes en hielo vivo con una pendiente con pasos de unos 40 grados. Mientras íbamos subiendo, vimos que se empezaba a nublar el sector a los pies de volcán. Ya no se alcanzaba a ver el bosque. 

Tomamos un último descanso de unos 10 minutos a los 3.500 msnm  justo al lado de un hito fronterizo entre Argentina y Chile. En el grupo de argentinos iban dos mujeres súper motivadas, una de ellas llegó al lugar del descanso y decidió no parar y subir directo los 200 metros que nos faltaban para llegar a la cumbre. Me dio harta motivación verla con tanta energía, decidí seguirla y juntas atacamos el cono cumbrero dejando a los hombres atrás. 

Ya eran las 13:00 e íbamos atrasados sobre el horario que habíamos planificado. Nuestro horario tope para hacer cumbre era las 13:00 para tener tiempo para bajar, desarmar el campamento y tener una margen frente a cualquier eventualidad. Con Nico decidimos seguir hasta la cumbre a pesar del retraso, pero conscientes de que tendríamos que acortar el tiempo de descanso en la cumbre o llegando de vuelta a la carpa para poder recuperar nuestro retraso. 

Durante los últimos 100 metros de subida me sentí en otro mundo. Estaba todo tapado hacia abajo, pero seguíamos avanzando en pleno sol con poco viento. Iba yo, la argentina, el Nico y el grupo de argentinos. Finalmente, llegué a la cumbre a los 3.770 msnm; estuve sola unos 5 minutos observando el cráter desde la cumbre chilena y agradeciendo por estar donde estaba. 

Entonces llegó Nico nos abrazamos y caminamos hasta la cumbre argentina que queda al lado, pero que tiene unos 10 metros más de altura. Luego llegó el grupo de argentinos y también llegó un grupo de 4 chilenos que había acampado y subido por una pala más hacia el poniente. Con Nico nos sacamos un par de fotos, comimos un snack protegidos del viento y nos preparamos para la bajada. Empezamos a descender a las 14:20 hrs. La bajada del cono cumbrero fue complicada por la inclinación y, sobre todo, por el hielo que con el viento había formado montículos irregulares. De a poco empezamos a adentrarnos en un túnel de neblina. La bajada fue agotadora y hasta el campo base a los 2.500 msnm tuvimos que aguantar el hielo. Bajar con esquí permite ahorrar tiempo y energía, ¡pero en esa oportunidad solo nos permitió ahorrar tiempo!

Cumbre

¡Abrazo de cumbre! Foto: Helene Manche.

DÍA 3: VUELTA A LA NORMALIDAD

Finalmente, llegamos a la carpa a las 15:30 pm, atrasados con respecto a nuestro horario planificado, y nuevamente nos repartimos los roles. Nico iba a descansar y comerse un sándwich mientras yo sacaba mis cosas de la carpa y ordenaba mi mochila para seguir bajando y después íbamos a invertir los roles y, finalmente, desarmar y guardar la carpa. 

A las 16:30 hrs empezamos a bajar desde el campamento, con todo el peso. Nos tocó una nieve blandita rica para esquiar. Ya habíamos pasado la neblina y nos tocó un clima agradable para finalizar la bajada, un poco de sol con nubes. Bajamos por la quebrada que habíamos subido el día anterior y ¡pudimos disfrutar de una esquiada sin preocuparnos del hielo o de la neblina! 

Salimos de la quebrada a las 17:30 hrs; ahora solo faltaba adentrarnos nuevamente en el bosque. La nieve se había derretido y en muchas partes tuvimos que sacarnos los esquís. 

Llegando a los senderos de la Conaf antes de llegar al auto, nos volvimos a encontrar con la civilización; familias que venían a caminar y jugar en la nieve. A las 18:30 pm llegamos al auto, nos sacamos la mochila, las botas y disfrutamos del momento: ¡lo habíamos logrado! El sol se estaba escondiendo y nuevamente el frío estaba llegando. Guardamos el equipo, miramos una última vez hacia el imponente volcán que acabábamos de subir ¡y partimos rumbo a la casa para una merecida celebración y una ducha caliente!

Después de realizar la ascensión al volcán Lanín, nos quedamos con ganas de más y pocos días después realizamos la ascensión al volcán Quetrupillán y al volcán Villarica, ¡completando así la trilogía volcánica de la zona de Pucón!

En cumbres binacionales como ésta, es frecuente encontrarse con grupos de andinistas de los países vecinos. Foto: Helene Manche.

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