Primer ascenso chileno a la Torre del Trango
La escalada alpina más dura del mundo — eso es lo que representa la Torre Sin Nombre de 6.286 m que fue conquistada por cuatro intrépidos chilenos.
La escalada alpina más dura del mundo — eso es lo que representa la Torre Sin Nombre de 6.286 m que se erige en la cordillera del Karakoram, al norte del glaciar Baltoro en Pakistán. En julio de 2019, luego de un arduo ascenso por la vía Eternal Flame (graduada en VI, 5.12c (7b+), A2 por sus aperturistas), la cumbre de roca y hielo recibió al atrevido grupo de montañistas chilenos compuesto por Nicolás Gutiérrez, Sebastián Rojas, Diego Señoret y Diego Sáez. La expedición duró 37 días y la ascensión a la Torre propiamente tal se prolongó por 5 días… 5 extenuantes días en la pared. Tuvimos la oportunidad de entrevistar a Diego Sáez acerca de esta experiencia y estas son sus respuestas:
¿Cuándo y por qué surgió la idea de ascender la Torre del Trango?
La idea surgió de Sebastián Rojas un mes antes de iniciar el viaje. Seba nos invitó a este proyecto. Sin embargo, las Torres del Trango son un ícono mundial y están en la lista de todo escalador de grandes paredes, por lo que todos quienes componíamos este equipo ya habíamos escuchado acerca de ellas y era el sueño de todos los integrantes. Lo que no sabíamos era que se iba a concretar tan rápido. El año pasado, Sebastián y Diego Señoret fueron a Pakistán por primera vez a subir el Broad Peak y al pasar por el valle no dejaron de sorprenderse al divisar estas montañas de granito de primera calidad. Ahí fue cuando «picó el bichito» de volver a intentar este ascenso. La cordada se conformó rápidamente: por un lado, Seba me invitó como fotógrafo a documentar la hazaña; por el otro, Diego Señoret y Nicolás Gutiérrez no podían quedarse abajo dada su gran experiencia en este tipo de escaladas y, además, entre los cuatro logramos una afinidad y unión mayor de la esperada, algo que resultó clave para consolidar el éxito de la expedición.
¿Cómo fue la aproximación a la Torre?
Una vez en Pakistán, nuestra agencia Lela Peak gestionó los permisos para acceder a las Torres del Trango en unos 4 días. Ésta era la parte más «barata» de la aventura, no así la logística que costó más de 3.700 US y muchos otros costos extras que tuvimos que pagar. La aproximación fue de 4 días, entre jeep y caminatas por el valle del Baltoro hacia el Campamento Base de las Torres del Trango. Caminamos como 50 kilómetros en 3 días, lo que no es mucho, pero no sabíamos que en el camino el agua está bien contaminada. Lamentablemente, la cultura pakistaní es bastante despreocupada al respecto: botan todo al río y a los senderos, por lo que hay mucha basura a lo largo del camino y no quisimos arriesgarnos a enfermarnos por beber agua del río. Esto fue un «tema» al llegar al Campamento Base (la vuelta, sin embargo, fue mucho peor). Además, nos tocaron días de mucho sol y un calor insoportable. En nuestra expedición contamos con 13 mulas y 5 porteadores para llevar todo lo necesario al Campamento Base, donde estuvimos alrededor de 25 días.
¿Cuál fue el principal desafío?
Al llegar al Campamento Base, como era también nuestra primera vez allí, fuimos muy prudentes y respetuosos. El día uno comenzamos a abrir una línea y así aclimatamos y nos propusimos «sacarle el rollo» a este nuevo lugar. Ese primer día fue suficiente para percatamos de los peligros: una temporada muy nevada dejaba caer gigantescas avalanchas por todos lados, una de las cuales llegó incluso a nuestro campamento y nos puso al tanto de dónde estábamos. Además de eso, grandes caídas de piedras y seracs se hacían escuchar durante las noches, por lo que la mejor opción resultó ser seguir equipando y progresando en nuestra ruta que estaba fuera de peligros como los mencionados anteriormente. La mayoría de estas caídas de rocas, avalanchas y seracs venían desde «la Canaleta de la Muerte», como le llamamos al corredor de acceso a las paredes que teníamos como objetivos principales.
¿Cómo fue el ataque a la cumbre? ¿Y el descenso?
El ataque a la cumbre fue inesperado. Nuestro plan era atacar desde nuestro campamento a 5.500 m, pero las dificultades técnicas de la ruta y el gélido ambiente nos hacían progresar lento. En el largo 22 decidimos improvisar un vivac a 5.850 m de altitud. Con lo puesto, sería la prueba máxima en esta expedición para lograr la anhelada cumbre. Luego de la noche más fría de nuestras vidas sin agua ni comida, el sol de la mañana nos repuso un tanto y a las 7:00 hrs comenzó otra jornada de 24 horas. Sin embargo, a pesar del sol estábamos con 6 capas de ropa, además de mi primera, segunda y tercera capa. Tenía dos chaquetas de pluma y un Gore-tex puesto día y noche y aun así tiritábamos de frío en las reuniones.
El descenso fue rápido hasta nuestro campamento a los 5.500 m. Demoramos unas 5 horas en bajar y llegamos a acostarnos a la carpa. Eso del saco de dormir y la colchoneta calentitos fue lo mejor de la vida… pero había un problema: no había gas y no había agua. Estábamos muy cansados y deshidratados. Por eso, desde los 5.500 m decidimos bajar por un lado más directo hacia el Canalón de la Muerte y en unos 10 rapeles llegamos a tierra firme. Nicolás Gutiérrez fue clave equipando los descuelgues de cada rápel. Pero un desprendimiento de roca, el más grande que había visto en mi vida, nos volvía a poner en perspectiva de que no estábamos a salvo aún. Muy deshidratados llegamos a un vivac en el canalón a recuperar una mochila y bajar con las últimas luces al campamento. Abajo nos esperaban Esan Ali, nuestro ayudante de cocina con una tetera de jugo, y Muhammed Hussein, nuestro cocinero, con un festín para celebrar nuestra hazaña.
¿Qué significa este logro en sus vidas y para el montañismo nacional?
Para el montañismo nacional es algo histórico, sin duda. Pero la verdad es que más que el logro de la cumbre, personalmente me quedaré siempre con cómo estos 4 hermanos se adaptaron a las condiciones adversas y pasaron las pruebas que se antepusieron a sus sueños. Más que con la cumbre, me quedo con nuestro camino hacia ella: todos unidos por una sola causa con determinación y armonía, comprometidos por nuestros sueños. Desde luego, viniendo desde tan lejos no queríamos quedarnos sin cumbre, pero la seguridad fue lo más importante durante nuestra ascensión.
¿Qué planes tienen en mente ahora?
Está expedición ni terminaba y ya estábamos planeando la siguiente: queremos ir a Nepal el próximo año los mismos cuatro.
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