Mindfulness y naturaleza: incrementa tu bienestar

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Vuelve al “aquí y ahora” para una mejor salud física y mental.

ATENCIÓN PLENA

El estrés es el gran enemigo de las personas que habitan el siglo XXI. Tal y como enseña la filosofía budista, cuando sentimos culpa o remordimiento, es porque estamos viviendo en el pasado. Y cuando sentimos ansiedad, es porque estamos viviendo demasiado en el futuro. Por el contrario, las técnicas de “mindfulness” (antiguo sinónimo inglés para “attention”) buscan llevarnos al momento presente y de manera muy práctica, porque eso mejorará nuestra salud mental y, en definitiva, nuestra sensación de bienestar.

Según nuestra perspectiva, los resultados son aún más efectivos cuando combinamos mindfulness con una dosis de naturaleza.

UNA OPORTUNIDAD PARA VOLVER A NOSOTROS MISMOS

Según diversos estudios, el estrés también se puede controlar yendo a la naturaleza. Su efecto terapéutico y rol como benefactor moral está comprobado: nos calma, pone un orden en nuestra mente y nos enseña cuáles son las prioridades. En medio de la naturaleza, dejamos de preocuparnos por cosas vanas o sin importancia. Allí, donde también hay riesgos para la vida -porque un desierto o un ambiente gélido también es inhóspito- le tomamos el peso a lo realmente gravitante. Y también podríamos decir que este tipo de experiencias nos ayudan a generar un sentimiento de compasión: empezamos a sentir y ponernos en el lugar de otras criaturas (plantas, animales, otras personas) y a entender sus propios desafíos existenciales en la carrera por la supervivencia. Querer ayudar a la preservación y cuidado de la naturaleza es, pues, un acto de compasión; y solo lo puede ejercer quien la ama, y solo la ama quien la conoce.

Y así volvemos a la conciencia presente. Experimentar la frondosidad de un bosque, por ejemplo, nos hace volver a nuestros sentidos, conectando con lo que ocurre en nuestro entorno y con lo que pasa por nuestra propia cabeza cuando contemplamos su belleza. Regirse por la salida y puesta del sol, cuando se sale a acampar, también es una forma de seguir el ritmo de la naturaleza, el que no es sino también nuestro propio ritmo biológico.

Finalmente, tras esa inmersión en la naturaleza, no cabe sino sentir gratitud: gratitud por la maravilla que tenemos a la mano; gratitud por la posibilidad de haberla experimentado; gratitud por la vida. Esto enseña una cierta altura de miras, una perspectiva más amplia de nuestra realidad y nuestro puesto en el cosmos, así como también una dosis de humildad.

ES COSA DE HÁBITOS

Somos lo que hacemos varias veces, repetidamente, todos los días. Tus decisiones determinan tus hábitos y tus hábitos definen tu vida.

Como ya decía Aristóteles, la excelencia no depende de un solo acto, sino de un hábito. Si incorporas las siguientes medidas y las repites con consistencia, de seguro aumentará tu bienestar, aún cuando las cosas se pongan difíciles.

TIPS PARA MEJORAR LA CALIDAD DE TU VIDA:

  • 1. SAL A CAMINAR

Sin cronómetro, sin medir la distancia, sin audífonos. Simplemente, anda libre y atento a lo que te salga al encuentro, en el momento presente. Caminar ayuda a despejar la mente y a que decanten los problemas. Es un tiempo para procesar tus inquietudes y mirarlas desde distintos ángulos. Y, también, es una oportunidad para concentrarnos en el “aquí” y el “ahora”. ¿De dónde viene esa brisa? ¿A qué huele este rincón? Observa, escucha, percibe aromas y texturas. Si tienes la posibilidad, camina por donde haya árboles y te cobijes bajo su sombra refrescante.

  • 2. HAZ EJERCICIO AL MENOS 3 VECES POR SEMANA

Ya lo decían los romanos: “mente sana en un cuerpo sano”. El ejercicio propulsa el bienestar mental; es tarea nuestra alcanzar un equilibrio entre mente y cuerpo.

Combina cardio con trabajo de carga (no necesariamente tienen que ser pesas; también puedes usar el propio peso corporal) para desarrollar un equilibrio en tu cuerpo. El tiempo dedicado al ejercicio es tiempo 100% a ti, sin distracciones (ojalá lo hagas sin estar mirando las redes sociales a cada rato, sino que en total desconexión).

  • 3. DUERME MÁS

Lo recomendable son 8 horas de sueño. Sabemos que esto es difícil de lograr, especialmente si se es padre/madre o se tiene un trabajo muy demandante. Pero haciendo algunos ajustes (por ejemplo, quitar la sesión de televisión por las noches), quizás se pueda conseguir. ¡El cuerpo lo agradecerá!

  • 4. ALIMÉNTATE BIEN

Eso significa evitar la comida procesada y chatarra y darle prioridad a los alimentos de origen natural. Verduras y frutas debieran estar incluidas en la dieta diaria.

Cuando comas, evita ver televisión al mismo tiempo. Y deja para la noche una comida liviana.

  • 5. MEDITA

La meditación es el pilar fundamental del mindfulness. Esto te ayudará a concentrarte, a bajar los niveles de ansiedad y a manejar el estrés. Toma un tiempo aprender a enfocarse solo en la respiración y se requiere de paciencia; puedes partir meditando 10 minutos al día, ojalá en un lugar tranquilo; ya con eso empezarás a sentirte más relajado.

Mientras meditas, trata de no juzgar ni rechazar ni apegarte a un pensamiento en particular. Simplemente, deja que los pensamientos fluyan como un río, sin detenerte en una gota singular. El día de mañana, esto te ayudará a aceptar situaciones dolorosas, sensaciones y experiencias, tales como la ira, la decepción o la tristeza.

  • 6. BEBE MÁS AGUA

En general, la gente bebe muy poca agua y eso puede producir problemas para dormir, dolor de cabeza, etc. Trata de ingerir entre 2 y 3 litros de agua al día.

  • 7. TÓMATE UN DÍA LIBRE Y VETE A LA NATURALEZA

Pasa un día completo haciendo lo que te gusta al aire libre: senderismo, escalada, picnic en un parque, caminar bajo árboles. Un consejo: que el fin de semana no sea para arrancar de tu vida ordinaria, sino para construir la vida que quieres tener.

  • 8. ESCRIBE

Toma apuntes sobre lo que te pasa y tus pensamientos. Deja un registro, descarga las preocupaciones sobre papel (sí, lápiz y papel. Es más terapéutico y personal que utilizar un computador). Bota, deja ir, supera.

  • 9. BUSCA UNA CORDADA

Encuentra a alguien que esté dispuesto a compartir contigo una aventura. Construye momentos de diversión y distensión con esa persona, ¡porque la felicidad es mayor cuando es compartida! Necesitamos sociabilizar para sentirnos plenos; puede que de vez en cuando disfrutes estando solo, pero esa satisfacción no es para siempre ni es sostenible en el tiempo.

Si no conoces a nadie que pueda salir contigo, hazte socio de un club (de montaña, de ciclismo, de running, etc.) o únete a una clase colectiva o toma un curso (de alguna actividad outdoor como pudiera ser escalada deportiva, montañismo básico, etc). Estas son buenas maneras de conocer gente con intereses similares a los tuyos.

  • 10. DESCANSA

Recuerda que el descanso no es aparte del entrenamiento, sino parte de él. Dale tiempo al cuerpo y a la mente para restablecer sus funciones. El descanso no necesariamente tiene que ser estar echado en cama viendo Netflix; bien pudiera ser contemplar un atardecer, pintar un paisaje con acuarela, escuchar tu música favorita tomando una taza de café. Es un descanso activo: se trata de hacer algo distinto para que esa parte que está cansada -la mente, el cuerpo, las emociones- pueda “despejarse” y recobrar energías.

La vida es un viaje y un viaje bastante corto. Recuerda que todo pasa, ¡todo pasará!


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