La legendaria «Huella de los Pioneros»

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Un grupo de vacas junto a la Huella de los Pioneros.

Averigua más aquí sobre una ruta que se interna en la Patagonia, su belleza y sus leyendas.

Una aventura por antiguos senderos cordilleranos utilizados por los primeros colonos de la zona nos interna en espectaculares vistas panorámicas, visitas a pobladores aislados, cruce de ríos y glaciares guiados por baqueanos que nos conducirán a la historia más íntima de la Patagonia.

UN TREKKING PATRIMONIAL

Mucho antes que existiese la Carretera Austral y que poblados como Villa O’Higgins se asentaran, existía una ruta de arrieros y baqueanos que unía esta localidad con la ciudad de Cochrane, en la Región de Aysén. Utilizada para llevar tropas de animales para su comercio, esta ruta quedó en desuso cuando el camino vehicular unió ambos puntos. Hoy, el sendero que toma de cuatro a seis días en hacerlo a pie, se ha transformado en una leyenda de antiguas tradiciones patagonas e historias legendarias de baqueanos que atravesaron la cordillera a pulso, solos con sus perros, caballos y cientos de animales. Se trata de la ruta patrimonial conocida como «Sendero de los Pioneros».

En la Patagonia, el mejor amigo del ser humano es el caballo. Foto: Rolando Arratia.

El recorrido es largo y las pausas bajo los árboles nativos son necesarias. Foto: Rolando Arratia.

A PULSO

Antiguamente esta ruta se solía hacer en ambas direcciones, de Cochrane a Villa O’Higgins y viceversa, llevando tropas de vacunos en lo que podía llegar a ser un mes de travesía o más si es que el tiempo se tornaba inclemente. Así lo recuerda Tito Muñoz, arriero de 66 años quien la primera vez que hizo el sendero fue en 1981, en soledad, con 80 vacunos, dos pilcheros y sus perros Solito y Pampero. «Dormíamos en ranchitos de palo e íbamos siempre con hacha, nuestra única herramienta, porque en la ruta a veces tenías que estar dos días parados cuando caía una tremenda lenga. Un día se cortaba un lado y al otro día se cortaba el otro, recién ahí podíamos seguir», recuerda Tito Muñoz.

En esos tiempos, completar la ruta era toda una hazaña de sobreviviencia. Con la llegada de Carretera Austral el sendero se ha transformado en un circuito que caminantes avezados o aventureros a caballo repiten hoy para rememorar lo que fue hacerlo a pulso con cientos de animales como forma de subsistencia para una de las comunidades más alejadas de Chile. Hoy es el recuerdo de esa historia sumado a vistas increíbles de la cordillera patagónica lo que la hace una de las rutas más interesantes y desconocidas para realizar en el sur de la Carretera Austral.

En años anteriores el trayecto incluía el cruce de un glaciar. Eso ya no es necesario hoy. Foto: Rolando Arratia.

El sendero fue antiguamente utilizado para el comercio y como enlace entre las comunidades más aisladas de la zona. Foto: Rolando Arratia.

DESDE LA VILLA

Los caminos han ayudado a hacer que el sendero de los pioneros haya pasado de tomar un mes en hacerse a menos de una semana de trayecto a pie o a caballo. De sur a norte, para llegar al inicio del sendero hay que salir en vehículo desde Villa O’Higgins por la Carretera Austral en dirección al norte. A diez kilómetros del pueblo se encuentra un desvío a la derecha indicado como «Entrada Mayer». Se debe tomar este camino que en 39 kilómetros llega próximo a la frontera con Argentina. Un nuevo desvío indica a mano izquierda «Lago Christie», el que tras 6,5 kilómetros pasa junto a una laguna ubicada a mano derecha. Unos metros más adelante, en el punto más alto del camino, una pequeña pirca con un palo señala el punto de entrada a la «Ruta de los Pioneros».

Desde aquí, hay varios puntos conocidos que no necesariamente se condicen con los días de caminata. Estos son llamados por los antiguos baqueanos, de sur a norte: Lago Christie, que se bordea por la ribera, el Lago Alegre, con vistas preciosas sobre 200 metros sobre el lago, el puesto Las Tablas, ubicado al interior de un bosque de lengas y que posee numerosos corrales y cobertizos que sirven como sitio de campamentos. Luego sigue La vega del burro, con hermosas praderas y un buen refugio para acampar, el puesto de la Pampa, que continúa hacia el famoso Paso de la Picota, en donde se debe enfrentar un desafiante cruce de turbulentas y gélidas aguas. Desde ahí se seguirá a la Veranada de los Aguilar, antiguos pobladores del sector, luego al El Tranquilo, donde se debe cruzar varias veces el río Pedregoso hasta finalmente llegar al poblado de Cochrane por el camino vehicular.

El sendero no cuenta con señalización alguna, solo hay algunos puestos o refugios rústicos que suelen ser buenos sitios de campamento y el sendero suele perderse a ratos. También hay pasos cordilleranos, varios cruces de río y esteros que se deben hacer con las medidas de seguridad adecuadas. Es por eso que es importante realizarlo con guías experimentados. Rolando Arratia Torres, de Turismo Bajo Baguales es uno de ellos (baguales78@gmail.com, +56 940089996), su familia son antiguos baqueanos de la zona y ofrece el circuito guiado desde Villa O’Higgins a pie o con caballos.

A lo largo del sendero nos encontraremos con pobladores a los que se recomienda pedir permiso para pasar. Foto: Rolando Arratia.

PAISAJE Y TRADICIÓN EN CONSTANTE CAMBIO

Sin duda lo más interesante es internarse en la historia de estos legendarios baqueanos que hacían varias veces al año esta ruta solos o con sus familias para buscar víveres o para comercializar el ganado. A lo largo de los años, el paisaje y las tradiciones han cambiado profundamente. Es algo que constatan antiguos como Tito Muñoz, quien relata que, por ejemplo, solían hacer campamentos con lonas tejida de hilo con hojalatillos de metal que mandaban a hacer a tabalaterías, y que la parte alta del sendero se solía pasar sobre un glaciar. Hoy, ese glaciar ha retrocedido tanto que el paso se hace sobre roca y escorial.

«Pienso que hay que rescatar esta ruta por respeto a nuestros antepasados que ya no están y porque fue un trabajo muy sacrificado», cuenta uno de los testimonios del documental Huella de los pioneros, película que retrata una expedición junto a la última generación baqueana de Villa O’Higgins. «El baqueano es un estilo de vida, no se enseña jineteando en los eventos costumbristas. El baqueano se hace con el lazo, con la soga, el andar, con las huellas, es conocedor de su terreno, es baqueano con los perros, domador de caballos, amansador de vacas ariscas, conocedor de huellas y de muchas soledades».

Esta ruta promete internarnos en esa historia patrimonial de aquellos habitantes antiguos que atravesaron estos paisajes con sus animales y leyendas.

Mover a los animales requiere de estrategia, liderazgo, conocimiento y también paciencia. Foto: Rolando Arratia.

Seguir este sendero en compañía de los locales permite aprender acerca de sus costumbres y formas de vivir y disfrutar, por ejemplo, de un asado al palo tradicional. Foto: Rolando Arratia.


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