Descabezado Grande: ascender y descender un volcán en bici
¡Sigue la aventura de Helene Manche, nuestra atleta de big mountain bike!
EL OBJETIVO: EL DESCABEZADO GRANDE (3.880 M)
Este volcán está ubicado en la Región del Maule; es la tercera cumbre más alta de la región después del volcán Peteroa (4.084 m) y el Planchón (3.977 m). Es un volcán activo temporalmente pasivo. Se encuentra en un complejo volcánico junto al volcán Azul, el volcán Quizapú y el volcán Descabezado Chico.
Su cráter tiene más de un kilómetro de diámetro y debe su nombre a su forma de cono sin cabeza producto de una erupción explosiva en el pasado. Es un volcán enorme e imponente que infunde respeto. Cuando llegué a sus pies con mi bicicleta, después de dos días de aproximación, pensé: “¿cómo tan enorme? ¡Soy una hormiguita a su lado! ¿Cómo voy a lograr subir hasta la cumbre?”
Finalmente, lo logré y en este relato te contaré mi experiencia durante la expedición que realicé del 29 de diciembre 2021 al 2 de enero 2022.
ENTRENANDO EN UN VOLCÁN
El ascenso al volcán Descabezado Grande era parte de un proyecto deportivo más amplio: subir y descender en bicicleta el Kilimanjaro (5.895 m) ubicado en Tanzania, África (leer relato aquí). Como parte del plan de entrenamiento para el Kilimanjaro -que también es un volcán-, me pareció más que indicado entrenar en un volcán que estuviera más cerca de la casa.
Diciembre es una buena época para realizar la expedición, dado que las mañanas ya no son tan frías, especialmente para el día de cumbre. Además, las tardes no son extremadamente calurosas, considerando los días de aproximación que empiezan a una altura muy baja.
DÍA 1: RECORRIENDO LA RESERVA NACIONAL ALTOS DE LIRCAY
El volcán Descabezado Grande tiene dos accesos principales para empezar la aproximación. El primero es por la central eléctrica Los Cipreses, llegando en auto casi hasta la laguna de La Invernada. Esa opción considera 1 solo (largo) día de aproximación y eso permite que se haga la expedición completa en tan solo 3 días. La segunda alternativa es por la Reserva Nacional Altos de Lircay. Se deben considerar dos días de aproximación y 4 a 5 días en total para la expedición.
Elegimos la segunda opción porque desde La Reserva Nacional Altos de Lircay es posible contratar a un arriero con caballos hasta el campo base a los pies del volcán. Considerando que íbamos 5 personas con bicicleta y 2 potes de Nutella para los desayunos, ¡necesitábamos ese apoyo logístico!
El primer día nos juntamos en la entrada de la reserva a las 11:00 AM con don Pancho y sus 3 caballos. La aventura empezó organizando nuestro equipo en los bidones de don Pancho y cargando los animales. Empezamos el pedaleo con nuestras mochilas de día (con snack, agua, almuerzo, ropa de abrigo, bloqueador) en el bosque todo soleado de la reserva. En los valles cercanos se veían las nubes que tapaban las tierras más bajas de la zona. Pasamos por los distintos puntos y campamentos del parque hasta llegar al mirador El Venado después de unos 600 metros de subida. La vista desde el mirador es impresionante y vertiginosa hacia el Valle del Venado. Allí, por primera vez, pudimos observar nuestro objetivo a lo lejos.
Después de un snack y unas cuantas fotos, nos equipamos para el descenso (casco, guantes, rodilleras y coderas, antiparras) ¡y empezó la diversión! Fueron más de 800 metros de entretención entre rocas afiladas y un bosque verde para, finalmente, llegar al lecho del río Claro. Una vez en el valle, todo parecía ser un paraíso: el río tenía aguas transparentes, la vegetación era frondosa y acogedora; el viento suave aliviaba el calor del sol.
Después de cruzar el río y descansar un rato con los pies en el agua, empezamos a caminar rumbo al campamento del Valle del Venado. Llegamos al final de la tarde al campamento después de un largo día de más de 20 kilómetros de caminata/ pedaleo/ descenso. El campamento es otro paraíso; la zona para armar las carpas se encuentra al lado de un riachuelo y muchos árboles protegen del sol y de la humedad de la noche. Después de un baño relajante en el río, nos cambiamos de ropa y empezamos a cocinar para comer antes de una noche de vivac bajo las estrellas.
DÍA 2: HASTA EL CAMPAMENTO BASE
El objetivo del segundo día era subir hasta los 2.500 m de altitud y pasar la noche a los pies del volcán para luego emprender el ataque de cumbre.
Dejamos el campamento y su paraíso antes de las 10:00 AM. Don Pancho y sus animales seguían cargando nuestro equipo con mucha paciencia y dedicación. La primera parte de la jornada se realizó en un bosque; íbamos protegidos del sol y subiendo por una ladera al lado de un río de piedras volcánicas gigantescas. Don Pancho nos explicó que ese curso se había formado con la lava salida del volcán Quizapú durante su última erupción en los años 70. Era impresionante estar subiendo por las laderas de un bosque al lado de kilómetros y toneladas de lava volcánica enfriada.
Salimos del bosque después de más de una hora de subida y empezamos a caminar sobre las piedras y rocas volcánicas. A veces, el sendero bajaba hacia el costado del valle para llegar a un oasis, al cual no había llegado la lava volcánica. El calor empezaba a sentirse cada vez más fuerte y el hecho de arribar a esa zona más verde fue un descanso.
Al final del valle llegamos a otro oasis totalmente inesperado. Se abrió el valle por el cual veníamos subiendo y llegamos a una parte arenosa y plana por la cual transitaba un arroyo ancho muy tranquilo. Caminamos un buen tiempo con los pies en el agua empujando nuestras bicicletas. El arroyo nos iba a llevar directamente a las termas del Blanquillo ubicadas a 2.000 m de altitud, donde planificamos descansar y almorzar.
Lo cierto es que llegamos a las termas cuando el calor ya era casi insoportable, pero la montaña nos regaló otro oasis: la zona de las termas es verde y húmeda en medio de un desierto arenoso. Nos sentamos en el pasto al lado de una fuente de agua y disfrutamos el almuerzo. Esperamos hasta las 5:00 PM para volver a caminar con menos calor y subir los últimos 500 metros hasta el campo base.
Después de las termas del Blanquillo uno ya se encuentra en las faldas más bajas del volcán. El suelo es de arena o piedras muy finas; la vegetación es muy baja; es como caminar por un desierto. La última parte de la subida para llegar a los 2.500 m es bien empinada y tuvimos que cargar las bicicletas al hombro, resbalándonos entre las piedras volcánicas. Así nos fuimos acostumbrando de a poco al terreno, sabiendo que nos iría a tocar lo mismo para el día de ataque a la cumbre.
Entonces llegamos al campamento base, descargamos los animales y armamos las carpas al lado del imponente cono sin cabeza. ¡El objetivo estaba al lado! Le entregamos una radio a don Pancho y estimamos que estaríamos de regreso en el campamento entre las 1:00 y las 2:00 PM del día siguiente. Don Pancho nos deseó lo mejor y partió de vuelta a las termas del Blanquillo para pasar la noche con sus animales en un lugar más acogedor.
¡Ya estábamos en la recta final para lograr nuestro objetivo! Las estrellas empezaron a brillar entre los volcanes y nos acostamos temprano con el despertador listo para las 4 AM.
DÍA 3: ¿ESTOY SOÑANDO?
¡Llegó el día de hacer cumbre! Empezamos a caminar a las 5:30 AM de la mañana rumbo hacia lo más alto. A los 15 minutos, me di cuenta de que se me habían quedado las rodilleras en la carpa (¡las ocupo como almohada para dormir!). Entonces me devolví a la carpa para buscarlas y cuando empecé a subir de nuevo hasta donde me esperaban el grupo y las bicis, pensé: “¡es tan fácil caminar sin bicicleta! ¿Por qué razón querré ir siempre con ella?”. Pero la repuesta a esa pregunta la tengo más que clara en mi cabeza. Entonces recuperé mi bicicleta y seguí ascendiendo, confiando en mis decisiones y en mis capacidades.
Había varias huellas para realizar el ascenso y elegimos ir por la más larga, pero la menos empinada, para así poder empujar las bicicletas el mayor tiempo posible sin tener que cargarlas al hombro. Después de unos 45 minutos empezamos a subir por un acarreo dejando el volcán Azul a nuestras espaldas. La luz del día empezaba a llegar y era como un sueño poder estar presentes en aquel lugar.
Seguimos subiendo con las bicicletas al hombro y haciendo pocas pausas por el frío intenso de la madrugada. Antes de las 10:00 AM ya estábamos subiendo por las rocas que llevan al cono cumbrero. Es una sección desafiante porque las piedras y las rocas son inestables y el terreno se va para abajo muy fácilmente. Uno tenía que elegir bien la línea por la cual iba a subir y fijarse en qué partes apoyar los pies.
Finalmente, salimos de las rocas y entonces alcanzamos el cono. Se podían leer tres huellas en el acarreo de piedras volcánicas blancas. Elegimos la huella que estaba más a la derecha, pensando que era la menos empinada. La cumbre se veía muy cerca, pero ascender esa parte final del cono fue una verdadera hazaña. De hecho, la última parte antes de llegar al cráter y a la cumbre definitiva es un acarreo de rocas y piedras inestables. A las 1:30 PM, después de 8 horas de subida con la bicicleta, apareció la cumbre y, finalmente, ¡el cráter lleno de nieve y hielo estaba a mis pies! Ese momento fue mágico y pude disfrutar de unos minutos sola con el cráter antes de que llegará el resto del grupo. Grité y me agradecí a mí misma y a la montaña por vivir ese momento.
Después de un snack y de las fotos oficiales de cumbre, nos equipamos para el descenso. Nos comunicamos por radio con don Pancho, quien ya nos esperaba en el campo base con sus caballos. Quedó muy feliz cuando le contamos que estábamos todos bien, listos para empezar el descenso. En realidad, todos íbamos con aprehensiones porque la parte del cono era extremadamente empinada. Así, por seguridad, decidimos bajar los primeros 40 metros caminando, para después empezar el descenso encima de nuestras bicicletas.
Lograr mantenerse arriba de la bici era todo un desafío, ¡porque el suelo estaba congelado! Esto dificultaba el frenado en una pendiente extremadamente pronunciada.
Entonces llegamos a la parte de rocas que delimitaba el cono cumbrero y, después de pasarlas, nos subimos nuevamente a las bicicletas. Ahí empezó el verdadero disfrute en una pendiente un poco más suave y un suelo mucho más suelto y cómodo para andar. Gozamos de un freeride soñado en gravilla volcánica hasta el campamento base donde nos esperaban nuestras carpas y don Pancho con sus animales.
Fue así como bajamos por las pendientes suaves de las faldas más bajas del volcán hasta llegar de vuelta a las termas del Blanquillo. Era como navegar en un océano de seda; la bici iba a velocidad constante y sin esfuerzo, ¡un sueño! Don Pancho nos seguía a lo lejos con sus caballos y todo nuestro equipo; ¡entre las dunas se veía como un touareg y sus camellos! Era todo muy lindo.
Llegando a las termas pudimos relajar los cuerpos en una de las piscinas. El sol ya estaba bajando y con el atardecer también se terminaba el año. Cerramos el año 2021 celebrando nuestro logro con unas cervezas y jugando cartas, riéndonos como niños antes de pasar otra noche de vivac bajo las estrellas.
DÍAS 4 y 5: VOLVER A LA REALIDAD
Los días 4 y 5 de la expedición los dedicamos a bajar todo lo que habíamos subido y subir todo lo que habíamos bajado. Volvimos a pasar por todos esos paisajes maravillosos que habíamos conocido durante el camino de ida, pero desde otro ángulo y con otra luz. El descenso hasta el valle que llega al campamento del valle el Venado en terreno volcánico fue épico con algunas caídas, afortunadamente sin gravedad.
Recorrimos 11 km el día 4 y llegamos de noche al Mirador del Venado para acampar con la idea de poder salir temprano de la reserva al día siguiente y volver a Santiago. El último día de la expedición despertamos temprano al lado de los caballos de don Pancho, quien nos seguía acompañando. Entonces cargamos los caballos una última vez y emprendimos el descenso por el bosque hasta la entrada de la reserva.
El descenso es muy agradable en un camino que en muchas partes es bien ancho. En varias ocasiones tuvimos que frenar para dar la prioridad a los trekkeros que venían subiendo. Llegamos al estacionamiento antes de las 12 con una felicidad inmensa. ¡Agradecemos a don Pancho y a sus animales por habernos cuidado y acompañado!
UNA AVENTURA PERFECTA
Ya sea en bici, en modo trekking o simplemente cabalgata, el volcán Descabezado Grande es la aventura perfecta para las personas entrenadas que quieran conectarse con la montaña por unos días. Todo el recorrido es una maravilla y permite apreciar una sucesión de paisajes cada vez más lindos.
Recomendamos realizar la ascensión de diciembre a marzo para tener las mejores condiciones climáticas. También se puede realizar la ascensión con esquí en modalidad randonnée de julio a septiembre.
¿Quieres conocer el volcán Descabezado Grande? ¡Contáctame y súmate a una expedición guiada!
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Fotos: Helene Manche, Nadia Vásquez y Francisco Peña.
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