¿Cuáles son los efectos de la altitud en el cuerpo?

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altitud

Cada vez más personas están accediendo a condiciones de altitud (por sobre los 2.500 m). Siendo así, es importante tener en claro cuáles son los riesgos para la salud.

PELIGRO

Partamos con un caso concreto: ¿sabías que la montaña más alta de África -el Kilimanjaro con 5.895 m- recibe alrededor de 30.000 excursionistas cada año? ¿Y que de esta cifra se reportan unos 10 muertos por año, además de 1.000 evacuaciones al año? El motivo principal que lleva a tanta tragedia es el así llamado “mal agudo de montaña”, en alrededor del 50% de los excursionistas (independiente de su edad o condición física). El Kilimanjaro es una montaña de fácil acceso y sus rutas habituales no revisten de una mayor dificultad técnica, pero esto no significa que los demás factores involucrados en un escenario de alta montaña sean tan simples, en la misma medida.

En montañas como el Kilimanjaro, el 50% de los fallecimientos ocurre por problemas asociados a la altitud.

ESCENARIOS ALTOS

La altitud -y el consiguiente cambio en la presión del aire– afecta el funcionamiento de nuestro organismo, especialmente dos órganos: cerebro y pulmones. Por cada 1.000 metros que se asciende, hay una caída del 10% en la presión atmosférica. Eso significa que también habrá una disminución en la disponibilidad de oxígeno.

Hasta los 2.500 m aproximadamente, existe una presión del aire similar al de una cabina de un avión comercial. Pero por sobre esa altura, la atmósfera es un 30% más ligera y esto también tiene otros efectos: aumenta la exposición a rayos UV, porque la luz solar pasa a través de una atmósfera más ligera. La radiación, entonces, es mucho más intensa en la alta cordillera que a nivel del mar. Pero la radiación es independiente del calor: en escenarios por sobre los 2.500 m, por cada 1.000 m de ascenso la temperatura se reduce en aproximadamente 10°C.

Por sobre los 6.000 m, ya en un ambiente de altitud extrema, el cuerpo no es capaz de adaptarse de forma permanente. En la cumbre del Everest (8.848 m), por ejemplo, hay solo 1/3 de la presión atmosférica que hay en la costa y, por eso, allá arriba hay también una menor presión de oxígeno. Esto es importante aclararlo: la concentración de oxígeno sigue siendo de un 21%, al igual que al nivel del mar, pero a mayor altura hay una menor cantidad de aire (menos moléculas) sobre nuestras cabezas. Por eso es que en la cima, especialmente en el caso de quienes no dispongan de oxígeno embotellado, la permanencia debe ser breve.

La fatiga y el dolor de cabeza intenso son señales de que el cuerpo no se está adaptando bien a las condiciones de altitud.

EFECTOS EN NUESTRO CUERPO

La escasez de oxígeno, una mayor radiación y más frío hacen que nuestro cuerpo comience a ver afectado su rendimiento. El escenario de altitud exige mayores esfuerzos; puede que armar una carpa a 3.500 m de altitud te haga jadear, cosa que no pasaría a una altitud menor.

Pero además de respiraciones aceleradas o irregulares, sobrevienen otros efectos -señales de que el cuerpo está resintiendo los cambios- como trastornos del sueño y dolor de cabeza. Según algunos estudios, el dolor puede deberse a que aumento el flujo sanguíneo que va al cerebro, en un intento por responder a los bajos niveles de oxígeno. Esto resultaría en una inflamación.

Otros efectos que han sido reportados en altitud son problemas estomacales y falta de apetito, sensación de fatiga y náuseas. Una combinación de todos estos cambios leves que se dan cuando uno se expone a altura se conoce como Mal Agudo de Montaña (MAM).

Uno podría pensar que una buena condición física garantizaría una protección frente al MAM. Sin embargo, esto no es así. Hay personas muy entrenadas que presentan síntomas de MAM de todos modos. Por eso, el MAM es impredecible; no se puede predecir quién se verá afectado. Lo que sí se puede hacer es prevenir el MAM. ¿Cómo? Mediante una aclimatación en varios niveles de ascenso, descansando e hidratándose harto (al menos 2,5 litros de agua diarios). También sirve comer liviano y, obviamente, ni fumar ni beber alcohol 48 horas previas al ascenso. Para saber cómo aclimatarte, pincha aquí.

Tener una buena condición física y estar entrenado no es garantía de inmunidad frente al MAM. ¡Éste es impredecible y puede darle a cualquiera!

EDEMAS

Por sobre los 3.500 m, las enfermedades relacionadas con la altitud pueden progresar y ponerse más graves. Aquí hay principalmente dos que merecen atención:

  • Edema Cerebral de Altitud (ECA): ocurre cuando aumenta la presión en el cerebro debido a la fuga de líquido de los vasos sanguíneos. Los signos de esta condición son: dolor de cabeza cada vez más intenso, vómitos, cambios en la personalidad, pérdida del conocimiento, alucinaciones y falta de coordinación. El ECA pude ser mortal en cuestión de horas y debe ser tratado de inmediato.
  • Edema Pulmonar de Altitud (EPA): ocurre cuando se acumula líquido en los pulmones. Esto reduce aún más la cantidad de oxígeno que llega a la sangre y la persona empieza a ahogarse. Los signos de esta condición son: la disnea (dificultad respiratoria), cianosis (coloración azul de la piel, especialmente labios), pulso rápido, tos, ruido en el pecho e, incluso, esputo espumoso de color rosa (manchas de sangre) en caso de gran gravedad. El EPA también puede ser mortal en cuestión de horas y hay que actuar de inmediato.

En ambos casos, la persona requerirá de ayuda, ya que difícilmente podrá asistirse a sí mismo. La mejor forma de abordar uno o ambos problemas (sí, ¡pueden darse ambos tipos de edema en simultáneo!) es descender lo más rápido posible, entre 300 y 1.000 m de desnivel negativo. Se debe acondicionar a la víctima para que pueda respirar mejor y, si se puede (aunque es difícil en un cerro), se debe iniciar un tratamiento en una cámara hiperbárica portátil (siempre y cuando esto no retrase el descenso). También existen medicamentos que podrían resultar útiles, pero esto ya debe quedar en manos de un especialista.

Cuando el MAM es severo o ya aparecen edemas (EPA y/o ECA), la persona no está en condiciones de arreglárselas por sí misma y requiere de asistencia. Por eso, ¡siempre presta atención a tu cordada!

ASESÓRATE CON PROFESIONALES

En ambientes de altitud, los efectos del clima son extremos y de difícil predicción (esto incluye vientos, tormentas, relámpagos, temperaturas extremas, etc.). También es difícil que llegue un helicóptero y cualquier rescate o evacuación será un parto.

Por eso, equípate bien (lee nuestra checklist acá) y capacítate (instrúyete tomando cursos con instructores certificados). Si no tienes suficiente experiencia, te aconsejamos aventurarte siempre en compañía de un guía de alta montaña certificado, hacer un proceso de aclimatación correcto y adaptar un botiquín a la altura (para esto último, pincha aquí).

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