Cómo estuvo el Endurance

Un grupo de personas demostrando una resistencia increíble en una carrera.

El fin de semana pasado la precordillera de la zona central fue recorrida por más de 1.200 corredores. Cuatro mujeres super poderosas que participaron en diferentes distancias y categorías nos comparten su testimonio. The North Face Endurance Challenge 2019 no dejó a nadie indiferente.

ENTUSIASMO PURO

Heidi Busse (54 años) se enfrentó este año al trazado rotulado en 10 km (aunque en realidad fueron 11.7 km). «Viví una buena experiencia«, dice inmediatamente. «En esta ocasión, todo fluyó. Ya habiendo retirado el kit el día anterior, partí temprano a pasar a buscar a mis acompañantes para luego dirigirme al evento con tiempo, con tal de no andar apurados». Fue así como llegó con tranquilidad y entusiasmo al «campamento base» montado junto al Club House de Santa Martina. El lugar estaba repleto de carpas, stands, música y buena onda. Heidi ya había participado en otras versiones del Endurance Challenge, pero nunca había tenido la oportunidad de recorrer los senderos diseñados para esta ocasión. «El lugar de la carrera fue distinto al de años anteriores, más alejado, más alto, lo que agregó una novedad y me provocó una cierta ansiedad por cómo iba a ser la ruta de la carrera y qué nos esperaba». De hecho, el circuito presentó sorpresas: tuvo que cruzar dos pequeños riachuelos y también dos zonas más complejas y técnicas, debido a la pendiente y a la erosión del terreno. «Eso te pone a prueba y desafía tus habilidades«, observa Heidi.

El día estuvo acompañado por algo de nubosidad y brisas frescas, factores muy propicios para las carreras de larga distancia. Sin duda, todos los corredores lo agradecieron. Pero quizás lo más destacable fue el ánimo y el ambiente, como reconoce Heidi: «Partimos puntualmente junto con decenas de personas animadas, alegres, vistiendo poleras del mismo color, con música motivadora y vítores varios, dándose palmadas de optimismo por lograr el ansiado objetivo de correr en el menor tiempo posible. Uno se contagia inevitablemente con ese entusiasmo, lo que te impulsa a dar todo lo que puedes».

Ella añade: «Me sentí bien durante la carrera. En algunos tramos me fui corriendo, en otros, trotando y hasta caminando, siendo sobrepasada por corredores más rápidos e incluso, a veces, adelantando yo a algunos más lentos, más cansados». En definitiva, Heidi se sintió participando en algo positivo para el cuerpo y el espíritu. Salió sexta en su categoría y la satisfacción y el orgullo de lograr cruzar la meta estaban estampados en su rostro, especialmente en el momento de colgarse la medalla de finalista. «Éste es un logro que uno atesora, que uno lleva consigo».

Sin embargo, hay algo que Heidi lamentó. Y es que le tocó avanzar un buen trecho junto a personas que traían parlantes e inundaban todo con su música estridente. Estas personas podrían usar audífonos, sugiere ella, porque «al acarrear su música fuerte para todos lados, nos privan de escuchar a la naturaleza a aquellos que precisamente buscamos la cordillera para escapar del ruido de la ciudad. ¿Por qué no podríamos gozar la naturaleza en silencio, alguna vez…?»

LA MEDIA MARATÓN

Carolina Low (31 años) llegó a la meta cansada pero feliz, luego de completar el circuito de los 21 km. Mientras esperaba a que su pololo completara el trazado de 50 km, en el ambiente festivo pudo disfrutar de agua y bebidas isotónicas, cerveza y un plato de tallarines con salsa. Respecto a la ubicación, comenta: «el spot de este año permitió al Endurance ofrecernos un ambiente más íntimo, no tan masivo y eso me encantó». Esa complicidad que se da entre los corredores la embargó a ella y por eso, también fue parte del animado grupo de personas que prestó su apoyo a los corredores de las distancias ultra con sonrisas, vítores y aplausos. Así fue como recibió a Borja, su pololo, en la meta.

Pero Carolina había estado alejada del trail running por 4 años, por lo que esta experiencia significó una suerte de «renacimiento». En efecto, se había estado dedicado al triatlón, deporte que si bien incluye el pedestrismo, «es completamente diferente», según ella. Carolina quedó especialmente encantada con «la libertad que te entrega correr en el cerro. Me sentí increíble y disfruté la carrera de principio a fin».

Desde luego, hubo nervios. Pero estaba preparada: «había entrenado desnivel y complementé con pista, la que impacta positivamente en tu performance». Eso le sirvió en este circuito de 21 km que presentó algunas etapas muy técnicas y un desnivel considerable. A pocos días del Endurance, Carolina indica entre risas que le ha costado mucho retomar sus entrenamientos de triatlón porque las piernas aún le duelen. Sin lugar a dudas, «el cerro es muy exigente. Se necesita mucha psicología y coraje. Éste no es un deporte fácil«. Pero en el desafío está el encanto… y la superación personal tiene un sabor propio.

UN BAUTIZO ULTRA

Constanza Campos (28 años) llevaba años entrenándose para este momento. Había hecho ya varias maratones en calle (¡nada menos que seis!), pero nunca se había aventurado a correr 50 km en terreno irregular. Por eso, los últimos tres meses previos a la carrera misma aumentó la dosis de visitas al cerro (1 o 2 veces a la semana) y añadió mucha preparación física y entrenamiento de potencia. Se dedicó a fortalecer los músculos de las piernas y del núcleo («core»), de la espalda, hombros y brazos, pensando también en el uso de los bastones. Y entonces llegó el tan esperado momento. Constanza estaba nerviosa, incluso con algo de miedo.

«Pero una vez que partió la carrera, todo eso pasó a adrenalina máxima y la verdad es que entonces me enfoqué solo en el circuito mismo». Éste estaba muy bien marcado, lo que a ojos de Constanza ayuda a reducir la ansiedad. Y también destaca ella la excelente disposición de las personas ubicadas en los pasos, puestos de control y abastecimiento. «Llegabas y te ayudaban, te rellenaban las botellas y te las metían en la mochila, estaban muy preocupados de que tú estuvieras viviendo la experiencia a full y disfrutando. En la ruta también sentí mucho compañerismo, una de las características de las carreras de trail: hay mucho de apoyarse en el otro, mucha ayuda, de darse ánimo. Por ejemplo, me tocó toparme con una niña que estaba acalambrada y le di mis pastillas de dextrosa para que se mejorara. A otro que no tenía comida le di un gel. Uno va apoyando ahí y también recibe apoyo, con tal de que todos lo pasemos bien».

Así, Constanza, quien obtuvo el tercer puesto en su categoría, no oculta su alegría: «el día de la carrera lo pasé increíble. Me encantó. Había un ambiente de éxtasis y adrenalina total. Fue muy entretenido y todos estaban muy prendidos. Lo que más quiero destacar es que el ambiente fue muy positivo y lo gocé. Llegué entera, contenta y con un tiempo mejor de lo esperado«.

EL MÁXIMO DESAFÍO

Nunca nos terminará de sorprender la capacidad del cuerpo humano. Daniela Navarrete (35 años) es una chica super poderosa que no sólo completó la titánica tarea de recorrer 160 km con relieves y obstáculos geográficos, sino que además salió segunda en su categoría.

Pero esto viene de antes; el deporte vibra en sus venas. Es profesora de educación física y practica trail desde el año 2015, cuando hizo su primera carrera (en ese entonces, 21 km). De ahí en adelante quedó tan fascinada con el hecho de correr en cerros que empezó a inscribirse en más carreras y comenzó a lograr distancias más largas. «Y, además, como entrenaba un equipo, no fue difícil el hecho de lograr una disciplina para llegar a correr los 160 km«. Daniela disfruta las largas extensiones. De hecho, esta fue la séptima vez que recorre esta distancia. Pero «para mí, estos 160 km fueron super especiales. Yo venía de una carrera en Europa que no había podido terminar (UTMB), porque estuve enferma. Y el Endurance Challenge fue el desquite«.

Además, otro factor que resultó motivante para ella fue que esta carrera se hizo «en casa», porque ella es oriunda de Santiago. «Es nuestra casa y hay que quererla y cuidarla», sentencia con convicción. Pero no sólo eso. «El poder vivirla y poder estar acompañada en la ruta de amigos y familiares hizo que esta carrera fuera más disfrute que sufrimiento. Las emociones de poder encontrar conocidos en el camino, de gente que te quiere y te está apoyando, te saca del dolor muscular que pudieras sentir». Los pacers (personas que acompañan durante la ruta) fueron también fundamentales para ella (la acompañaron a partir del km 66), al igual que las personas fijas en los puestos de abastecimiento y los distintos pasos. Estar con todos ellos y recibir las palabras de aliento la incentivaron a dar su máxima potencia.

Respecto a su estrategia, Daniela cuenta que ésta se basó en «ir de menos a más y lo fui logrando, a pesar de que la primera parte invitaba bastante a apurarse, porque era en bajada. Pero finalmente logré controlar esa ansiedad y fui más tranquila de lo que podría haber ido. Eso me ayudó para después poder apurarme en lo que más me gusta, que son las subidas, la noche… eso lo aproveché bastante bien».

Desde luego, también sintió nervios y miedo. «Pues las imponderables están ahí, a la vuelta de la esquina, pero hay que ir solucionándolas una a una, manteniendo la calma». Le sirvió mucho «mirar las cosas positivamente» y no dejarse caer en pensamientos tales como «voy muy lento» o «no lo voy a lograr». Daniela confiesa: «es que yo soy bien mindfulness para correr».

Respecto al circuito, la atleta valora el hecho de que haya partido en Valle Nevado y terminara en Santa Martina. Eso le permitió obtener fantásticas vistas de la ciudad de noche, de los alrededores de Santiago y de las montañas, las que exigen movimientos más técnicos. En definitiva, «todo hace que el circuito sea hermoso y desafiante, probablemente uno de los más desafiantes de Sudamérica. Y eso mismo lo convierte en una meta tan añorada y ansiada por muchos. Ninguna distancia de esta carrera -ni los 10 km ni los 21 ni los 50 ni los 80- es fácil. Y eso hace que uno la valore mucho más».

En última instancia, la corredora afirma que «cada año estamos viviendo una carrera de mejor calidad y seguro que el 2020 va a ser alucinante también, incluso mejor. Ya estoy con ganas de emprender el próximo desafío. Los invito a todos a que se preparen y que el próximo año busquen una distancia adecuada para desafiarse o, si ya lo hicieron, prueben otro objetivo quizás un poco mayor«.

De eso se trata, pues, el Endurance: de resistir el reto. Siempre podemos un poquito más.

Fotografías por Francisca HernándezFelipe Colomer y Kirsten Kortebein.


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